martes, 16 de junio de 2009

El tren y la mujer que llena el cielo

Ahora, como un verbo que se desprende de
un magnolio paciente que espera y no reclama,
la luna se sulfura de dientes y de limas
y pace sin prejuicios la noche y las estrellas.

Y las alas barrocas de una palmera antigua
que cobija meandros y finge en la verdura
se desprenden, humanas como sus cuatro muslos,
y caen sin aviso, llamarada inconclusa.

Tus senos como dardos de miel pacificada
y tu estima perfecta, falleba y profecía,
me dejaron en una serenidad inmóvil
de tiempos y palabras, y la noche perdura.

Mujer, inmenso cielo depositado ahora,
y ahora que es ventana a tu estación violeta,
mi lento movimiento es quererte sin pausas
y fijar una música en el friso del siempre.

lunes, 15 de junio de 2009

Cita y fortuna

Que te duele el amor;
que ahora andás ocupada.
Placita del sentido,
ojos sabios, y labios.

Que la angustia te roe;
que no sabés qué hacer.
Placita pequeñita,
The Piano, y escribir.

Me junto con amigos
y bebo, sin estar:
que ya sean las once.

Placita de violetas
y morados, te espero:
que por Nyman regreses.

sábado, 13 de junio de 2009

Su rostro en la penumbra

Un amigo me cuenta
que al ver a las mujeres
en la calle, calcula
si se acostó con alguien,
si viene de llorar.
Que te vea pasando;
que imagine, si puede,
a Debussy, a la gata.

sábado, 6 de junio de 2009

100

tan sólo estando así contigo
yo veo mi elemento
veo en el silencio

Así, el estilo, retorciéndose
durante la cruenta soledad,
abría escamas acres,
que pronto se pudrían. Por las noches
me desmayaba al toque: seco,
dispuesto a olvidar todo, o a anularme.

Ahora naufragamos y nos hundimos suaves
en una inmejorable tibieza, cada día
trechos y trechos para besar
una distancia
en la que no nos sosegamos, y arderíamos
-por fin la voz-. Dulzor
de todo esto es nuevo o de todo esto pasará,
y ya me apagaré,
y ya retornará el estilo. No querer
sino decir pavadas, ronco,
higo que pende.

martes, 2 de junio de 2009

"Melancolía de antes"

Ahora, y ya no más, y no hay principio
para un fulgor que en vano
quiso nacer y que un espejo ajusta
a letras y a silencios.

Tibio mi pecho, dulce insomnio, miro
mi cuerpo avejentado;
años atrás otra mirada vio
algo deseable. Ahora.

Y no hay principio: cuando no veía,
y amaba el Arte; cuando
mis pasos eran elfos, una niña
se hundía en el Amor.

Y ya no más. El tiempo devoró
un corazón, y al otro
lo alimentó con frutos escogidos,
muy justicia poética.

Y ya no más, ahora. Y no hay principio
para el ser de los siempres,
dos peces en un agua que es igual
al pudo ser, y nadan.

lunes, 25 de mayo de 2009

Cicatriz

Miríada leprosa, los labios se deshacen
y fungen como maras que esculpieran en barro.
Ronca la giba muerta, rechaza los cohechos
y parte. A más tardar, mañana lloraré.

Mi mate es estropicio de mechas azarosas,
y los montes raídos capitulan y acechan;
y por más que, joviales, los grandes telesféricos
se ericen en la noche, mañana lloraré.

Lloraré el crisantemo, la boba melladura,
el prolijo oxitracio, la muleta de nueces;
lloraré estrepitoso, lloraré desguazado,
y Gismonti y sus senos me llorarán a mí.

Y luego este cuerpito -percherón y escarpines,
y mentol y muñecas- segará el ilusorio
crucifijo de avispas, y, herido de estaciones,
demolerá manojos que agredan como muelles.

Porque la discreción del cretino insidioso
y la cofia de mami guiarán a diademas
de sensaciones tibias y a velas excavadas,
y no habrá voluntad de guarecerse ya.

viernes, 22 de mayo de 2009

Supralunar

Partenaire columpiado,
escolopendra chueca:
un niño que, atrapado,
no desprecia una seca.

Dos cactus, dos abrojos,
un matorral, y sal:
el brezo y los antojos,
oxidados en cal.

Riberita asaltada,
Goyeneche con elle:
toca tu cerda cada
vilipendiado muelle.

Si jume, precipicio;
si rival, Cenicienta.
En un liso orificio
caduca la polenta.

Y los altos escuerzos,
pilares en la noche,
confiesan que los versos
son una esgrima en coche.

Comején

Ardías, otoñado,
por lizas del arroz,
y la viruta misma
pastaba en tu pelambre.

Ardías y cantabas
siegas posibles; niño,
tu mano era una arena
de lo que se distiende.

Por armas, una lona;
por pienso, el avestruz.
Muesca de escapularios
que muerden y que escrutan.

Así, fiel cinamomo,
la chimenea fuiste;
y otros, malavenidos,
cosecharon tu red.

domingo, 17 de mayo de 2009

Y por más que lo sepas

Querré mañana -cuando
con que me miento- hablarte,
preguntar por tus cosas,
preguntar por tu voz.

Y no será posible
y -apenas mail, apenas
máquina- me dirás
que escribo bien. Que no.

martes, 12 de mayo de 2009

El observado

Cortina, en ese tiempo,
era defensa. Así,
dado a los ojos, vicio
y el mismo padecer.

Incomunicación
mediada por cristales,
y un yo que pergeñara
un altar en secreto.

Altar: enfermo el sitio
y enferma la palabra,
el placer exigía
olvido de los otros.

Y pasos en la noche,
y un anciano se esfuerza,
y todos los estigmas
visto y luzco. Pasad.

jueves, 30 de abril de 2009

La vecinita de al lado

Risas en la escalera:
la adolescencia muestra cómo el sexo
es en presente. Inútil,
tomo mates adentro, aspiro el humo
de un tabaco cedido
por la memoria y fastos de una pena
que el tiempo desfigura:
poema y depresión en San Vicente.

miércoles, 29 de abril de 2009

Dictamen

Sonriente, despejada,
llegó a mi sueño, y malabares rojos
brindamos, y era exceso.
Y luego fue la Amada,
antigua doble faz y su dictamen.

Y no hablar ya, y no estar,
y silenciar hasta las pausas, ido
de los presentes que
conversan y concluyen,
y alternan y se entienden y sonríen.

lunes, 13 de abril de 2009

Oraciones romanas

Tabaco, lentitud. Ya se agotó
eso que decidía
el rumbo de la brisa, tragaluz
que se me va. Diluyo
el pasadizo y la pared en forma
de oraciones romanas.

Qué nimia lentitud, qué repetido
tabaco. No pensar.
Volver a la pobreza. Medianía
mi corazón, y calle.
(Pozo que se secó o que, simplemente,
no era para mis labios.)

miércoles, 8 de abril de 2009

90

La pared -sus manchones
o mano que se apoya
siempre en los mismos sitios,
grasa que es testimonio
de un cuerpo- tiene ya
quien la secunde: estar
vacío de palabras,
embrutecido, quieto.

Un cuerpo: no hay temor
de recaer -no ahora-
en esa turbulencia
que afirmaba, cegada,
huesos de libros. Versos:
eslabones vencidos,
infinita certeza
de plenitud posible,
desahuciada y contusa.

(Como un bote rajado
por la vida, desastres
que acaecen, que horadan.
Como un árbol que prueba,
que persiste: ignorado.)

sábado, 14 de febrero de 2009

En fin, las horas...

Palabras inconexas; manoseado
camino artificial.
(Pachelbel no insinúa: suena, y siempre,
ese círculo, acordes
que logran ahondar.) Palabras brujas,
delirios a dos manos,
y manos o muñones. La retórica:
sarna de refregarse
contra piedras gastadas. Como ser
un juguete mellado,
tirado en algún río: la costumbre
ahoga los reflejos.

lunes, 9 de febrero de 2009

Boceto

Su rostro, contraído,
denota un esfuerzo continuo
(persistencia, severidad
estos últimos meses);
más abajo está el vientre,
excesivamente hinchado.

Sigue las jugadas,
cada cinco minutos masculla la falta,
el gol que prevé
con parca frialdad, con sobrada pericia.

Su rostro, o su mirada:
la de alguien que busca en vano
algo de sí en la pantalla, un síntoma
que es él: irreparable, hundido.

Qué pensará
de la frontera final, pasados
ahora sus 70, en esa búsqueda
de la mirada continua.

Sólo imágenes pintarrajeadas -los colores,
sobrecargados, chillones-:
dos camisetas y el césped
a través de su daltonismo,
gato para nosotros.

sábado, 31 de enero de 2009

[s/t]

Miriñaque lacustre, contenida
torsión y jume, piales
que dimes y diretes entrelazan,
urbanidad y ripio,
coloso que, cansino, desamor
proclama, acorazados
que gimen, tegumento, intelectuales
de cachiporra y falda:
un perro te sostiene, un crisantemo
alterna con la herida,
una magnolia en trance desfigura
cada canción que el Albo
propone a sus consortes, suerte, grima
que se detienen contra
una pared; y el niño de los chancros
adormece monedas,
la botella/zafiro, melancía
de engarce, colisiona
contra tres pantorrillas, cenicero
que, hijo de mil, escupe,
colillas a lo loco;
y el ríspido vaivén, almacenado,
en que tus marionetas,
dedos como paredes, se desdicen,
corrompen las farolas
de la finida, y claman, esperpento
de cara al nuevo siglo,
las rancias oraciones en desquite,
golondrina y dedal.

(Del nítido, del turbio, del barato,
opto por el mediocre:
distintos estipendios, mismo aroma
a verdura en sazón.)

martes, 20 de enero de 2009

Einfach

Llevado por la música,
asido a ventolinas.
Un mono que que se esparce
en estímulos. Fiebre
que desguaza los velos,
que no perdona. Torpe
perdonar. Las arenas
ya vuelven. (Crisantemo,
pecíolo nombrado:
guardame un arrefice,
que el percal se agotó.)

martes, 13 de enero de 2009

Julieta Venegas, o de la MercadoTecnia y demás Salvajismos

En eso era el Deseo: atormentado
con la canción, el vos,
con ese tú, con eshes, y Dulzura
que invade, abrasadora y abrasiva,
América Latina... Voz que busca
un cuerpo al frente, un cuerpo
vacío de caricias... Y cadente
es el comprar, el ir,
Caldera, Pócima, el jurar
que eso es Verdad, que en eshes
yo te conoshería.

lunes, 12 de enero de 2009

Holitas de madera.-

Esto es el rock, amor. Y las cortinas,
trazado vertical, datan carteles
o lienzos que me olvidan. Y la bata
indica fin. El público esparce
un estallido penetrante, liso,
que pasa a la Venegas. Me equivoco
duermo despierto, paso a otra frontera,
Maya se baña en seco. Doy espacios
a esta monserga con la barra: un swing
que, mexicano, se despliega en bronces,
mofa del rock que se permite tango
en Frutillitas. Me abro a la memoria,
los Beatles se despiden otra vez
y otra vez una. La Venegas,
de lento rock, de almíbar corazón,
con esa voz, glissando detenido
para pelucas. Roza tu percal.